Estimular el talento

Publicado el 2 de diciembre de 2025, 22:42

Nada estimula más el talento que el que le digan a uno que carece de él. Recuerdo haber leído que, a los Beatles, los expulsaron de clase de música por considerar que Paul y John eran un par de negados para la composición musical. ¡Eso sí es tener ojo crítico y visión de futuro! Y además es un buen ejemplo de pedagogía de mentalidad avanzada: generar genios a base de menospreciarlos. Algo de eso sabían también autores de la talla de Stephen King, J.k. Rowling, el Nobel Bob Dylan; o en otros ámbitos, casos tan sonados como los de Vincent Van Gogh, o Frida Kahlo.

Una de las muchas frases que me sedujeron de Cela, fue su recomendación para la vida, expresada en una máxima bien simple: “el que resiste, gana.” Ya de jovencito apuntaba maneras, como relató su hijo Cela Conde, en su libro “Cela, mi padre”. Para demostrar que tenía razón, ya no recuerdo en qué, se dedicó don Camilo a romper todos los platos de la vajilla, contra su cabeza, manteniendo la mirada impertérrita, y el gesto impasible que le caracterizaba. Sin duda, esa cabeza dura, aparentemente hueca, algo debía saber, para que lo reconocieran como genio de las letras en los Premio Nobel.

La petulancia suele ser una gran muestra de inseguridad y temor, camuflada bajo agresivos conatos de prepotencia. Los genios, los sabios y los santos, se caracterizan, precisamente por la humildad, la compasión y la empatía, que es precisamente lo que los ha llevado a superar los estadios más comunes de expresión humana. Y aunque algunos de esos genios, sabios o santos, esconden su humildad por timidez, no suelen negar, cuando les da por sincerarse, lo que han aprendido sufriendo, que es precisamente lo que les enseñó.

Cuando veo a alguien menospreciar el talento, las aptitudes o las capacidades de otros, gratuitamente, aun desde el más absoluto desconocimiento, o desde el más vulgar de los prejuicios, sé que no me encuentro ante un verdadero sabio. Por muchas letras o títulos que junte. Aunque ahí estamos la mayoría: en el camino de dejar atrás la ignorancia y los prejuicios. Esa es una virtud que se aprende ensayando, a base de prudencia y reflexión.

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